Lo esencial de Aquí y Allá es el vínculo. No solo el generado por el artista-obra-públicos, que nos remite a las ideas del arte relacional de Bourriaud; sino también por conexiones que produce este cuerpo de obras entre la diáspora dominicana en Nueva York  y las regiones en su memoria pobladas de nostalgias muy puntuales; entre sus añoranzas y cómo se acentúan en sus modos de consumo; entre sus realidades geopolíticas y los sueños que, desde siempre, les mantienen conectados a un ideal que a todos nos hace sentido. Todo esto bajo un techo de familiaridad que nos invita a reconocer a una artista conceptual reveladora de un ejercicio de  revisión y reafirmación de las propias raíces.

Lucía Hierro hurga en las dinámicas de vida que modela la generación de sus padres, relacionando sus hallazgos con su  cotidianidad personal para descarnar los ligamentos que unen los fragmentos de su mundo, las partes del ser en que ha devenido. Lo lúdico en su obra jamás será un elemento distractor: que Cardi B y su "Bodak Yellow" surja como ventana emergente en un mural donde aparece una evidente crítica a la dictadura de Trujillo y su descendencia que reclama presencia en el escenario político actual, no es fortuito. Tampoco la confluencia de una obra que relaciona la figura de Barack Obama con la de José Francisco Peña Gómez apareciendo junto a elementos tan comunes como un trapeador gigante y su respectiva cubeta. No es un acto de ingenuidad. Es la deconstrucción de un imaginario y conversaciones recuerrentes de un día a día invadido por llamadas de atención que de otro modo no podrían ser alzadas como reflexiones oportunas y relevantes.

Los evidentes lenguajes del pop art, la redimensión de los objetos y las referencias tan familiares se entrelazan para volverse un llamado a contribuir en el acto creativo, tal como decía Duchamp. Un espacio crítico propicio, por primera vez a un nivel tan alto en la obra de Lucía Hierro, para subvertir las relaciones entre la cultura y el poder, para descubrir que los lazos entre aquí y allá son tan fuertes que sostienen bolsas inmensas de empatía y grandes esperanzas.

Luis Graham Castillo, curador.